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domingo, 15 de mayo de 2011

EN MOVIMIENTO





Comienza esta historia en un cruce de caminos, pero nos centraremos en el que se dirige hacia el norte y que ha de pasar por aquél pueblo que hay en el horizonte.
Julia llevaba un paso ligero, como si el sendero hubiese nacido en ese preciso momento. La brisa la traía fuerza para avanzar y el Sol de primavera acariciaba su piel con delicadeza. Un pie tras otro, avanzando con todo el cuerpo, con el alma también y con la voluntad. El polvo quedaba atrás, como si se desprendiese de cada paso del pasado y comiéndose el futuro al levantar la sandalia.
Los robles y olivos van quedando atrás a lo largo del camino, inmersa en sus pensamientos, va recreándose con la mirada hacia los verdes, las amapolas que explotan en rojos y los amarillos de las flores silvestres y un poco más allá Iris violetas. Formas de color que da movimiento a su espíritu. No te pares Julia, sigue caminando hacía tu presente que nace a cada paso. Sentir el aire que se resiste a que lo atravieses una y otra vez. Nada queda quieto porque todo es movimiento en aquella tarde.
Julia contenía toda la belleza, la esperanza y verdad del mundo. El esquema de la existencia se reflejaba en su rostro, a través de sus ojos que emitían luz y un calor especial llamado amor. Traía tierra en sus sandalias de otros lugares, la alegría de la juventud, y la luz de su empuje.
Avanzamos para crecer, Julia era consciente de ese movimiento hacia un crecimiento personal que en lugar de cargarla de responsabilidades la liberaba de barreras autoimpuestas hasta ese momento. ¿Por qué no? ¿Por qué no sentir la libertad de surcar el aire con tu empuje? ¿Qué nos impide avanzar y crecer? ¿Qué hace que todos estén quietos y conformes con el horrible mundo que nos presentan? NO. En su interior, un grito de inconformismo recorre sus arterias comunicando con todos los tejidos y contagiando a todos sus órganos de un impulso enriquecedor.
No sentir no evita el sufrimiento, lo estanca y perpetua. No podemos dejar de respirar, pensaba Julia, cómo pueden pedir que miremos para otro lugar y nos aletarguemos con nuestra dosis de conformismo y miedo. Yo prefiero la libertad y la aventura de probar que pasa si doy un paso más, si avanzo y muevo el horizonte unos kilómetros más allá.
No pasaba nada si su novio, Tomy se había quedado durmiendo delante de aquel vomitivo programa de televisión, no lo necesitaba, si no estaba de acuerdo con ella en moverse y avanzar. La pereza era para los domingos por la mañana, pero no para su día a día, no para dejarte morir, viviendo en la burbuja que nos han preparado. Julia quería sentir que pasaba si seguía caminando hacia el norte, en dirección a la vida de verdad, la defensa y lucha pacífica por nuestros derechos y los derechos de otras personas a las que Julia no conocía. Nada era gratuito, todo tenía un por qué, todo tenía una necesidad y una misión. Hasta el empuje de los colores del campo ayudaban a avanzar hacía el verdadero amor. Ella sabía que primero necesitaba quererse ella para poder luchar por otras personas. En ese trabajo estaba, era un trabajo diario que requería no desfallecer, no rendirse. Quererse significaba para Julia, conocerse, aceptarse, amarse. Ella decía que si todo en su interior estaba en armonía podría ayudar a su exterior a equilibrarse. El espíritu es la esencia de todo, somos espíritu y materia, somos un soplo de luz y color que se ha materializado pero que sin corazón, que sin la conciencia de lo que somos, estamos inertes y sin vida. Por eso Julia camina para que sus arterias se llenen de vida y corra por ellas toda su esencia de mujer.

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